Cartas a los lectores
Madrid, 21 de diciembre de 2024
Estimados amigos, queridos y fieles hermanos en Cristo, colaboradores, y lectores de Verdad y Vida:
Junto con el pequeño pero fiel equipo de voluntarios que, con la imprescindible, incondicional y generosa ayuda de Dios, hace posible Verdad y Vida, nuestra página Web, www.comuniondelagracia.es, que en este año ha recibido hasta ahora más 29.500 visitas, y en total más de 164.000, y todos los demás aspectos del ministerio de la Comunión Internacional de la Gracia (CIG), mi esposa y yo deseamos y pedimos que estéis bien de salud, con buen ánimo, esperanza, gozo y gratitud en vuestros corazones, por lo que Dios Padre nos ha dado en Cristo, aquel niño que nos nació como Emanuel, Dios con nosotros, hace más de 2.000 años, que celebramos en estas fechas, y del que Isaías profetizó más de 700 años antes de que aconteciera: “El pueblo que andaba en la oscuridad ha visto una gran luz; sobre los que vivían en densas tinieblas la luz ha resplandecido… Porque nos ha nacido un niño, se nos ha concedido un hijo; la soberanía reposará sobre sus hombros, y se le darán estos nombres: Consejero admirable, Dios fuerte, Padre eterno, Príncipe de paz. Se extenderán su soberanía y su paz, y no tendrán fin. Gobernará sobre el trono de David y sobre su reino, para establecerlo y sostenerlo con justicia y rectitud desde ahora y para siempre. Esto lo llevará a cabo el celo del Señor Todopoderoso” (Isaías 9:2, 6-7).
Aquel niño sería llamado “Príncipe de paz” y Dios, por medio del profeta añade: “Se extenderán su soberanía y su paz, y no tendrá fin”. Si miramos a nuestro alrededor lo que vemos es injusticia, guerras, destrucción, sufrimiento y las tensiones de la polarización tanto en la política como en los ciudadanos, que precisamente no nos acercan a la paz. Pero los cristianos en estas fechas no celebramos los esfuerzos que el ser humano pueda hacer para alcanzar la paz, porque, de hecho, sabemos que, como declara la propia Palabra de Dios, y la cruda realidad de los hechos demuestra a lo largo de la historia, no conocemos el camino de la paz (Isaías 59:8; Romanos 3:17). Lo que celebramos es lo que Dios hizo, está haciendo y hará por todos nosotros a través de Jesucristo, y para traer la verdadera justicia que producirá la verdadera paz para toda su creación, como declaró el propio Dios por medio del profeta Isaías: “La justicia morará en el desierto, y en el campo fértil habitará la rectitud.El producto de la justicia será la paz; tranquilidad y seguridad perpetuas serán su fruto.Mi pueblo habitará en un lugar de paz, en moradas seguras” (Isaías 32:16-18).
Este tiempo de Navidad nos recuerda que el Hijo de Dios vino de la eternidad y entró en el tiempo y el espacio creados para hacerse uno de nosotros, poder rescatarnos de nuestra pobre condición de miseria y pecado y hacernos partícipes de su propia vida gloriosa, llena de paz y plenitud, por medio del Espíritu Santo. ¡Qué extraordinario acto del amor incondicional de Dios por nosotros y por todos los seres humanos! Cuando el ángel anunció a los pastores que Jesús había nacido en Belén, les dijo: “No temáis; porque he aquí os doy nuevas de gran gozo, que será para todo el pueblo: que os ha nacido hoy, en la ciudad de David, un Salvador, que es CRISTO el Señor” (Lucas 2:10-11). Y las huestes celestiales que lo acompañaban prorrumpieron en un cántico de alabanza que decía: “!Gloria a Dios en las alturas, y en la tierra paz, buena voluntad para con los hombres!” (Lucas 2:14 Biblia Reina Valera 1960). ¡Estaba entrando en la tierra su propio Creador que, en su carne y sangre, entregadas en la cruz, por amor por cada uno de nosotros, nos traerían la paz entre Dios y los seres humanos!
Los hermanos aquí en Madrid, y los que tenemos en diferentes lugares de España, mi esposa, nuestros hijos y yo, estamos bien, a pesar de los desafíos que fortalecen la fe y que todos confrontamos antes o después, de una forma u otra, y siempre dando gracias a Dios que nos fortalece e inspira para proseguir en el camino hasta que lleguemos a la realidad de la plenitud de su Reino, a la que él nos ha llevado ya en Cristo, aunque todavía no podamos experimentar su plenitud (Colosenses 3:1-4). También damos muchas gracias a Dios y a todos vosotros por vuestras oraciones que, a lo largo de los años, habéis estado elevando a nuestro Padre pidiendo por mi salud. Dios, sin duda, sigue escuchando y está respondido a esas oraciones, como lo muestra que me ha ayudado a sobrevivir casi 7 años de mi cáncer de próstata, grado IV, con metástasis óseas por casi todo mi esqueleto. Llevo ya un año participando en el ensayo de inmunoterapia que está llevando a cabo la Fundación Jiménez Díaz para una multinacional farmacéutica. Gracias a Dios durante un año ha mantenido mi cáncer a raya, pero los indicadores cancerígenos de mi última analítica están mostrando que las células cancerígenas en mi cuerpo se han disfrazado y ya no están respondiendo al tratamiento, como suele suceder con el cáncer. Así que dentro de no mucho tiempo mis doctores tendrán que cambiarme a un nuevo tratamiento. Yo confío en la provisión de Dios para nuestras vidas en todas circunstancias. Podemos tener paz y tranquilidad sin importar la situación en la estemos porque sabemos que estamos siempre en las mejores manos que existen, las de nuestro Padre celestial y las de nuestro Señor Jesucristo, como el mismo Jesús dijo’: “Mis ovejas oyen mi voz; yo las conozco y ellas me siguen. Yo les doy vida eterna, y nunca perecerán, ni nadie podrá arrebatármelas de la mano. Mi Padre, que me las ha dado, es más grande que todos; y de la mano del Padre nadie las puede arrebatar” (Juan 10:27-29).
Como hemos visto ningún ser humano es justo. Al contrario, para poder ser justos delante de Dios, y poder recibir su paz, necesitábamos que alguien pagara lo que la justicia demandaba de cada uno de nosotros. Y es ahí donde entró en acción el plan de Dios. La segunda persona del Dios unitrino, el Hijo eterno de Dios, libre y voluntariamente tomaría carne para poder pagar en ella lo que la justicia de Dios demandaba de cada uno de nosotros.
En aquel bebé indefenso, nacido de María por obra del Espíritu Santo, Dios estaba haciendo realidad el acto de generosidad y amor más grande que se haya llevado a cabo jamás para bendición de toda la humanidad, como le anunció el ángel a los pastores. Aquel bebé crecería y a los treinta y tres años y medio daría su vida en la cruz por ti y por mí. Y es solo aceptando su justicia en nuestro lugar, que Dios nos hace justos y podemos llegar a tener paz para con él y con los demás.
Así que Jesucristo, como él mismo afirmó, es el camino a la verdadera paz, que ninguno de nosotros conocíamos: “Yo soy el camino…” (Juan 14:6). Él es nuestra justicia: “Al que no cometió pecado alguno, por nosotros Dios lo trató como pecador, para que en él recibiéramos la justicia de Dios” (2 Corintios 5:21). Y como el producto de esa justicia, también es nuestra paz: “Porque Cristo es nuestra paz…” (Efesios 2:14).
¿Cómo estás respondiendo a tanto amor querido lector? ¿Recibirás su justicia y, por ende, su paz, o serás de los que continúan estando en guerra con Dios y con sus semejantes? Verdad y Vida lleva el mensaje de la verdadera paz duradera que solo en Cristo se puede encontrar y recibir. Por eso pensamos que, más que nunca antes, son de un valor incalculable todos los sacrificios que hagamos para dar a conocer, al mayor número posible de personas, la verdad de Dios en Jesucristo y su plan de la paz verdadera para toda la humanidad.
Una señal del cristiano es la generosidad para con los demás. Por favor, invita a personas que conozcas a recibir gratis nuestra publicación. Si, una vez hayas recibido su aprobación, nos envías su dirección, en un SMS, o en un mensaje de texto al móvil, o al Email que aparecen en el encabezamiento de esta carta, se la enviaremos con mucho gusto sin que les cueste absolutamente nada. Por favor, pide a Dios por este ministerio de amor, fe, paz y esperanza. Y, si puedes, envíanos un pequeño donativo que, junto a los de nuestros hermanos y a los nuestros, entre todos sigamos haciendo posible la expansión de Verdad y Vida. En nombre de Jesucristo, muchas gracias.
Como hemos hecho durante los últimos años, y como una pequeña muestra de nuestro agradecimiento a todos aquellos hermanos y colaboradores que habéis enviado algún donativo durante el año 2024, le adjuntamos el calendario devocional Tesoros Escondidos-2025, del ministerio MSD, que esperamos sea de tu agrado y bendición. Por favor, nota que esto no significa que estemos de acuerdo con la totalidad de sus planteamientos teológicos.
Por favor, notad el cambio en nuestra dirección postal, que a partir de ahora será el domicilio social que aparece en el encabezado de esta carta. Confiando en la provisión de Dios, la Junta Directiva de la CIG y yo, hemos decidido que en el 2025 seguiremos haciendo todos los sacrificios necesarios para seguir publicando los 5 números de Verdad y Vida. Pedimos y deseamos que en el año 2025 Dios provea a todos los subscritores, lectores, colaboradores y hermanos lo mejor para cada uno, y sus seres queridos, y para que puedan ser generosos. Por anticipado, ¡muchas gracias por vuestra generosidad para que Verdad y Vida pueda seguir llegando a muchos lectores que no pueden ayudarnos, y a todos los que añadamos, para que les llegue impreso el mensaje de la paz de Dios en Jesucristo!
El pequeño equipo de voluntarios directos en la realización de Verdad y Vida, y en el ministerio de la CIG, mi familia y yo deseamos y pedimos que, en unión de vuestros seres queridos, tengáis una feliz, gozosa y agradecida celebración de la Encarnación del Hijo de Dios, siendo conscientes de que, en Jesús, nuestro Padre nos ha hecho participes de su paz que sobrepasa todo conocimiento, y que en el 2025 andemos todos bajo la amorosa, sabia y soberana bendición de Dios. Recibid un afectuoso abrazo fraternal con amor en Cristo.
Pedro Rufián Mesa
Director-Editor de Verdad y Vida
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