¿Qué significa el Viernes Santo?

Publicado originalmente en el GCI Weekly Update del 9 de Marzo de 2016 en  From the President

El Viernes Santo proclama el amor de Dios

                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                  por Joseph Tkach

Era un soleado día de invierno, lo que tu desearías en Chicago, donde crecí. Tenía alrededor de cuatro años entonces y mi madre decidió que tenía que ponerme pantalones cortos y salir afuera a jugar. De niño odiaba los pantalones cortos, así que argumenté y protesté diciéndole a mi madre: “¡No quiero ponerme esos pantalones!”. Pero ella tenía la autoridad así que acabé con pantalones cortos pero me negué a salir afuera y jugar. ¡Eso no terminó muy bien tampoco! No recuerdo los detalles exactos, excepto que con rabia le dije que no la quería y que me iba a ir de casa. Terminé escondiéndome en el garaje casi hasta el tiempo de la cena y luego decidí que era mejor regresar adentro antes de que mi padre volviera a casa.

Recuerdo que cuando entré mi madre me dijo que había estado orando por mí para que no me perdiese mucho y para que regresara a casa. Y luego me dijo que me quería, aunque puede que yo no la quisiera. Para cuando mi padre regresó a casa del trabajo y sirvió la cena todo el incidente se había olvidado. Recientemente se lo mencioné a mi madre y me dijo que no se acordada de aquella situación, aunque rápidamente añadió que todavía me quería.

La afirmación del amor de mi madre acarició mi corazón. Aunque nunca dudé de su amor, escuchar esas palabras fue reconfortante y me llevaron a detenerme y pensar en todas las cosas que ella ha hecho por mí a lo largo de los años. Honestamente puedo decir que amo a mi madre porque ella me amó primero. Ella me amó antes de haber nacido. Esto también me recuerda que fui amado incluso antes de que ella me amara.

Dios nos asegura que nos ha amado a cada uno de nosotros desde “antes de la fundación del mundo” (Efesios 1:4). Desde el principio su plan se centró en su Hijo convirtiéndose para nosotros en “el Cordero de Dios sacrificado desde la creación del mundo” (Apocalipsis 13:8). En amor reconciliador, Jesucristo sería nuestro “Siervo sufriente”.

Nota la profecía de Isaías: “Despreciado y rechazado por los hombres, varón de dolores, hecho para el sufrimiento. Todos evitaban mirarlo; fue despreciado, y no lo estimamos. Ciertamente él cargó con nuestras enfermedades y soportó nuestros dolores, pero nosotros lo consideramos herido, golpeado por Dios, y humillado. Él fue traspasado por nuestras rebeliones, y molido por nuestras iniquidades; sobre él recayó el castigo, el precio de nuestra paz, y gracias a sus heridas fuimos sanados. Todos andábamos perdidos, como ovejas; cada uno seguía su propio camino, pero el SEÑOR hizo recaer sobre él la iniquidad de todos nosotros. Maltratado y humillado, ni siquiera abrió su boca; como cordero, fue llevado al matadero; como oveja, enmudeció ante su trasquilador; y ni siquiera abrió su boca. Después de aprehenderlo y juzgarlo, le dieron muerte; nadie se preocupó de su descendencia. Fue arrancado de la tierra de los vivientes, y golpeado por la transgresión de mi pueblo. Se le asignó un sepulcro con los malvados, y murió entre los malhechores, aunque nunca cometió violencia alguna, ni hubo engaño en su boca. Pero el SEÑOR quiso quebrantarlo y hacerlo sufrir, y como él ofreció su vida en expiación, verá su descendencia y prolongará sus días, y llevará a cabo la voluntad del SEÑOR. Después de su sufrimiento, verá la luz y quedará satisfecho; por su conocimiento mi siervo justo justificará a muchos, y cargará con las iniquidades de ellos” (Isaías 53:3-11).

Todo esto fue así por el amor de Dios por la humanidad— un amor paternal que, determinado desde antes de la fundación del mundo, fue revelado de una forma concluyente en la cruz de Cristo. Nota el comentario de T.F. Torrance: “Es en esto en lo que creemos que está la importancia de la cruz de Cristo: en él creemos que Dios mismo entra en medio de nuestra agonía humana y en nuestra maldad y violencia abominables para poner sobre sí mismo toda nuestra culpa y su juicio justo. Este es para nosotros el significado de la cruz. Si yo no creyera en la cruz, no podría creer en Dios. La cruz significa que aunque no haya explicación para el mal, Dios mismo ha entrado en medio de él para cargarlo sobre sí mismo, para triunfar sobre él y librarnos de aquel” (Preaching Christ Today – Predicando a Cristo Hoy, Pág. 28).

No hay mayor amor, y sé que te unes a mí para proclamar ¡Alabado sea Dios!
El Viernes Santo llegará muy pronto. Este día importante en el calendario Cristiano (14 de abril este año) nos recuerda la profundidad del amor de Dios. Porque de tal manera amó Dios al mundo que envió a su Hijo Unigénito. Jesús amó tanto al mundo que fue a la cruz llevando todos nuestros pecados, sufrimiento, dolor y la separación que conlleva. Bajó a tal profundidad para conquistar a la misma muerte y el poder del maligno que nos tenía atados a él.

El Viernes Santo nos recuerda que la muerte de Jesús es buenas noticias para todos, incluso para aquellos que tratan de esconderse y alejarse de Dios, como yo me escondí de mi madre. Yo era un niño idiota que trataba de ignorar y menospreciar el amor de mi madre. No conseguí lo que quería, así que salí enfadado dando un portazo y pretendiendo que ella no me amaba. Es triste ver como muchos adultos son lo mismo de idiotas que yo al pretender que Dios no los ama. Pero como mi madre, Dios nos ama a pesar de nuestra estupidez. Incluso cuando decimos “no” a Dios, él nos dice “sí” a nosotros. Y no llama a todos a regresar a él y vivir en relación y comunión diaria con él como nuestro Señor y Salvador, como la fuente misma de nuestra vida.

Lo que Dios ha hecho por todo el mundo no puede expresarse plenamente en las débiles palabras de este breve mensaje, pero lo que él hizo en la cruz por nosotros es la demostración perfecta de su amor costoso y reconciliador. Jesús “gustó” la muerte en nuestro lugar para permitirnos participar en su triunfo glorioso. Y él perdona y ama a todas las personas, incluso a aquellas que afirman despreciarlo. El Viernes Santo nos recuerda que amamos a Dios porque él nos amó primero, demostrando su amor de una forma concluyente en la cruz. Su amor no es solo para aquellos que creen, es para todas las personas, porque todos son sus hijos amados. Pido que este Viernes Santo todos comprendamos más profundamente la verdad y el poder de ese amor.

Inspirado por el amor de Dios.

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