La parábola de las minas

Pedro Rufián como en VV OCT-2013                                                                                       por Pedro Rufián Mesa

La parábola de las minas, dada por Jesucristo se encuentra en el Nuevo Testamento, en el Evangelio de Lucas, capítulo 19, versículos 11 al 27 y dice lo siguiente: 

Oyendo ellos estas cosas, prosiguió Jesús y dijo una parábola, por cuanto estaba cerca de Jerusalén, y ellos pensaban que el reino de Dios se manifestaría inmediatamente. Dijo, pues: Un hombre noble se fue a un país lejano, para recibir un reino y volver. Y llamando a diez siervos suyos, les dio diez minas,y les dijo: Negociad entre tanto que vengo. Pero sus conciudadanos le aborrecían, y enviaron tras él una embajada, diciendo: No queremos que éste reine sobre nosotros. Aconteció que vuelto él, después de recibir el reino, mandó llamar ante él a aquellos siervos a los cuales había dado el dinero, para saber lo que había negociado cada uno. Vino el primero, diciendo: Señor, tu mina ha ganado diez minas. Él le dijo: Está bien, buen siervo; por cuanto en lo poco has sido fiel, tendrás autoridad sobre diez ciudades. Vino otro, diciendo: Señor, tu mina ha producido cinco minas. Y también a éste dijo: Tú también sé sobre cinco ciudades. Vino otro, diciendo: Señor, aquí está tu mina, la cual he tenido guardada en un pañuelo; porque tuve miedo de ti, por cuanto eres hombre severo, que tomas lo que no pusiste, y siegas lo que no sembraste. Entonces él le dijo: Mal siervo, por tu propia boca te juzgo. Sabías que yo era hombre severo, que tomo lo que no puse, y que siego lo que no sembré; ¿por qué, pues, no pusiste mi dinero en el banco, para que al volver yo, lo hubiera recibido con los intereses? Y dijo a los que estaban presentes: Quitadle la mina, y dadla al que tiene las diez minas. Ellos le dijeron: Señor, tiene diez minas. Pues yo os digo que a todo el que tiene, se le dará; mas al que no tiene, aun lo que tiene se le quitará. Y también a aquellos mis enemigos que no querían que yo reinase sobre ellos, traedlos acá, y decapitadlos delante de mí”.

Se ha dicho que una parábola es “una historia terrenal con un significado   espiritual”.  Las parábolas eran historias sobre cosas o situaciones con las que los oyentes estaban familiarizados. A veces estaban basadas en sucesos reales o eran ilustraciones de lo que podría suceder realmente. Por lo tanto, aunque algo fuese una parábola, podría de hecho haber sucedido. Jesús, nunca, en ninguna manera, enseñó una mentira.

monedasLa mina era una moneda con un valor de alrededor de 13,00 €.

En esta parábola de las minas encontramos similitudes con la parábola de “los talentos”, que se encuentra en Mateo 25:14-30, pero no podemos confundirlas. En la parábola de los talentos, Dios le da una cantidad diferente a cada uno de los siervos. Representando los talentos y habilidades y capacidades que Dios da a cada ser humano, y que nos encomienda usemos para bendición de otros. No tenemos que mirar con envidia los talentos que han recibido los demás para enojarnos y, al sentirnos injustamente maltratados y dejar de poner en acción aquellos que nosotros hemos recibido. Dios espera que laboremos con aquello que nos ha dado, porque Él lo conoce todo y nos medirá de acuerdo a aquello que se nos ha confiado.

Considemos esta parábola de las minas y veamos lo que Jesús nos quiere decir con ella Jesús narró la parábola de las minas a una multitud en el camino de Jericó a Jerusalén, poco antes de la entrada triunfal en Jerusalén. Según se registra en la misma fue dicha para corregir malos entendidos sobre el reino.  Lucas 19:11 Oyendo ellos estas cosas, prosiguió Jesús y dijo una parábola, por cuanto estaba cerca de Jerusalén, y ellos pensaban que el reino de Dios se manifestaría inmediatamente.

Pocos antes, en Lucas 17:20-21, Jesús había enseñado que el reino de Dios “no vendría con advertencia”. Jesús usó entonces esta oportunidad para explicar que la plenitud de su reino no se establecería rápidamente, como ellos pensaban y que, en su ausencia, lo que se esperaba de cada uno de ellos y de nosotros, es el servicio fiel.

Jesús usó un incidente histórico con el que estaba familiarizada su audiencia. Según el comentario Robertson’s Word Pictures) “Aparentemente esta parábola tiene como trasfondo histórico el viaje que hizo Arquelao de Jerusalén a Roma con la encomienda de obtener un reino en Palestina y regresar. Eso aconteció mientras Jesús era un niño en Nazaret y era un asunto de dominio público”.

De acuerdo al Comentario Expositivo de la Biblia “El trasfondo histórico de la parábola fue la visita de Arquelao, hijo de Herodes el Grande, a Roma para asegurarse la aprobación para reinar como un títere, en este caso, sobre un territorio sujeto en ese momento a Roma. A aquella petición se opuso una delegación de los propios súbditos de Arquelao”.

En la parábola un hombre noble se va a un país lejano para recibir un reino y volver. Llama a diez de sus siervos. Da a cada uno de ellos una “mina” aproximadamente el salario de tres meses. Y les dice que negocien con ello hasta que regrese. Pero hay ciudadanos que envían una embajada para expresar su descontento de tener al hombre noble reinando sobre ellos.

Después, cuando ha recibido el reino, el hombre noble regresa. Y llamando a los siervos a los que les había dado el dinero, hizo cuentas con ellos. Un siervo había ganado diez minas, y fue recompensado con autoridad sobre diez ciudades. Otro ganó cinco minas, y se le concedió tener autoridad sobre cinco ciudades. Otro, al hacer cuentas, abrió un pañuelo en el que tenía envuelta la mina y se la devolvió al noble añadiendo un temerario juicio sobre el noble: “La cual he tenido guardada en un pañuelo; porque tuve miedo de ti, por cuanto eres hombre severo, que tomas lo que no pusiste, y siegas lo que no sembraste”. Entonces el hombre noble juzgó a su siervo por sus propias palabras y dijo que le quitaran la mina y se la dieran al que había ganado diez. Algunos de sus siervos ponen objeción pero es contestada por el hombre noble. Los enemigos que no querían que el hombre noble reinase sobre ellos son ejecutados.

¿Cuál es la interpretación de la parábola?

Primero, dice que el reino no se mostraría públicamente de inmediato. Él hombre noble, es sin duda Jesucristo que iría al Padre a recibir su Reino. Lo haría cuando ascendiera al cielo a sentarse a la diestra de Dios, Hechos 2:30-36 “Pero siendo profeta, y sabiendo que con juramento Dios le había jurado que de su descendencia, en cuanto a la carne, levantaría al Cristo para que se sentase en su trono, viéndolo antes, habló de la resurrección de Cristo, que su alma no fue dejada en el Hades, ni su carne vio corrupción. A este Jesús resucitó Dios, de lo cual todos nosotros somos testigos. Así que, exaltado por la diestra de Dios, y habiendo recibido del Padre la promesa del Espíritu Santo, ha derramado esto que vosotros veis y oís. Porque David no subió a los cielos; pero él mismo dice: Dijo el Señor a mi Señor: Siéntate a mi diestra, hasta que ponga a tus enemigos por estrado de tus pies. Sepa, pues, ciertísimamente toda la casa de Israel, que a este Jesús a quien vosotros crucificasteis, Dios le ha hecho Señor y Cristo”. Puedes leer también (Efesios 1:20-23; 1 Pedro 3:22). 

El profeta Daniel, en el Antiguo Testamento, también recogió una profecía sobre ese evento, en  Daniel 7:13-14 “Miraba yo en la visión de la noche, y he aquí con las nubes del cielo venía uno como un hijo de hombre, que vino hasta el Anciano de días, y le hicieron acercarse delante de él. Y le fue dado dominio, gloria y reino, para que todos los pueblos, naciones y lenguas le sirvieran;su dominio es dominio eterno, que nunca pasará, y su reino uno que no será destruido”.

Jesucristo ha recibido ya el reino y la autoridad, pero todavía no ha regresado por lo que la plenitud de su gobierno no es todavía visible, sino solo en aquellos siervos que le han recibido y aceptado como Salvador, Señor y Rey, a los que le ha dado las aras del Espíritu para que estemos en sus negocios hasta que regrese, Mateo 28:18-20 Jesús se acercó entonces a ellos y les dijo: —Se me ha dado toda autoridad en el cielo y en la tierra.Por tanto, id y haced discípulos de todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, enseñándoles a obedecer todo lo que os he mandado. Y os aseguro que estaré con vosotros siempre, hasta el fin del mundo”. 2 Corintios 5:5Es Dios quien nos ha hecho para este fin y nos ha dado su Espíritu como garantía de sus promesas”.

En la parábola de las minas a todos les da una mina. Que para los cristianos podría representar el Espíritu Santo, que Dios da por igual a todos sus hijos.(También puedes leer en 2 Cor. 1:22; Ef. 1:11-14).

“Pero sus conciudadanos le aborrecían, y enviaron tras él una embajada, diciendo: No queremos que éste reine sobre nosotros”. Esta frase puede tener dos tiempos de aplicación. En el tiempo de Jesús, sus conciudadanos eran el pueblo judío que le aborrecieron. En el tiempo de la era cristiana la Palabra de Dios explica la gran paradoja del presente del reino de Dios:  En y por medio del sacrificio de Cristo, todos los seres humanos “hemos sido hechos conciudadanos de los santos y miembros de la familia de Dios” absolutamente por gracia, Efesios 2:1, 4-5, 8, 10, 13, 19 1Y él os dio vida a vosotros, cuando estabais muertos en vuestros delitos y pecados… 4 Pero Dios, que es rico en misericordia, por su gran amor con que nos amó, 5 aun estando nosotros muertos en pecados, nos dio vida juntamente con Cristo(por gracia sois salvos),… 8 Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios;…10 Porque somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que anduviésemos en ellas… 13 Pero ahora en Cristo Jesús, vosotros que en otro tiempo estabais lejos, habéis sido hechos cercanos por la sangre de Cristo… 19 Así que ya no sois extranjeros ni advenedizos, sino conciudadanos de los santos, y miembros de la familia de Dios”. Pero no todos han aceptado y recibido esa maravillosa realidad. En la parábola se infiere que el hombre noble tenía más siervos pero llamó a diez de ellos. Dios es el que tiene la potestad de llamarnos cuando Él quiere. Eso tampoco depende de nosotros. Aquellos a los que todavía no le han sido abiertos los ojos para ver y los oídos para oír, cosa que solo Dios puede hacer, se muestran enemigos y rechazan el reino de Dios, y por ello todavía nos se someten a la autoridad de su Rey.

La parábola muestra el papel del discípulo entre la partida del Señor y su regreso, Negociad entre tanto que vengo”, les dijo a sus siervos que aceptaron la mina.

Al discípulo se le encarga ser productivo

De la misma forma que un hombre de negocios espera un beneficio, y se regocija cuando sus empleados aumentan su riqueza, que debería de ser bendición para más personas, Dios espera una ganancia y se regocija en ella. Nos ha dado el Espíritu, el tiempo y los recursos para que produzcamos un beneficio para el reino de los cielos, hasta que Él vuelva.

La pregunta que debemos hacernos es: ¿Cómo medimos el «beneficio espiritual»? Creo que todos estaremos de acuerdo en que guiar a las personas, por medio del amor de Dios en nosotros, a que acepten y reciban la salvación gratuita en Cristo es un beneficio para el reino. Lo producido con esa mina representa los frutos del Espíritu. Tenemos que estar dispuestos a permitir que la mina de Dios – Su Espíritu en nosotros– produzca sus frutos que se muestran el en amor, que se hace manifiesto en  “gozo, paz, paciencia,   benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza…” (Gálatas 5:22-23).

Alguien puede estar diciendo, ¿cómo se puede hablar de obras y productividad? En primer lugar, deseo dejar claro una vez más que no estamos hablando de la salvación por las obras.  No somos salvos por las buenas obras, pero somos salvos para buenas obras como leímos hace poco en Efesios 2:8-10 Porque por gracia sois salvos por medio de la fe, y esto no de vosotros, pues es don de Dios; no por obras, para que nadie se gloríe. Porque somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para buenas obras que Dios preparó de antemano para que anduviésemos en ellas”. Y también en Tito 3:4-8 el apóstol Pablo hace hincapié en el mismo aspecto de la salvación solo y únicamente por gracia y la posterior participación productiva en las buenas obras para bendición de los seres humanos: “Pero cuando se manifestaron la bondad y el amor de Dios nuestro Salvador, él nos salvó, no por nuestras propias obras de justicia sino por su misericordia. Nos salvó mediante el lavamiento de la regeneración y de la renovación por el Espíritu Santo, el cual fue derramado abundantemente sobre nosotros por medio de Jesucristo nuestro Salvador. Así lo hizo para que, justificados por su gracia, llegáramos a ser herederos que abrigan la esperanza de recibir la vida eterna.Este mensaje es digno de confianza, y quiero que lo recalques, para que los que han creído en Dios se empeñen en hacer buenas obras. Esto es excelente y provechoso para todos”.

La parábola también nos enseña que tenemos que mantenernos fieles mientras esperamos el regreso de nuestro Rey, sin perder el foco y la razón de nuestras vidas: Darle gloria siendo productivos para su reino.

Describe la rendición de cuentas que espera a todos los cristianos al regreso del Rey, y que tomará en consideración nuestro servicio, como el apóstol Pablo escribió en 2 Corintios 5:10 Porque es necesario que todos comparezcamos ante el tribunal de Cristo, para que cada uno reciba lo que le corresponda, según lo bueno o malo que haya hecho mientras vivió en el cuerpo”. Un ajuste de cuentas por el cual algunos son bendecidos y otros no. Esto no tiene que ver con la salvación, sino con el galardón, y Pablo deja esto claro en 1 Corintios 3:11-15 “Porque nadie puede poner un fundamento diferente del que ya está puesto, que es Jesucristo. Si alguien construye sobre este fundamento, ya sea con oro, plata y piedras preciosas, o con madera, heno y paja, su obra se mostrará tal cual es, pues el día del juicio la dejará al descubierto. El fuego la dará a conocer, y pondrá a prueba la calidad del trabajo de cada uno. Si lo que alguien ha construido permanece, recibirá su recompensa, pero si su obra es consumida por las llamas, él sufrirá pérdida. Será salvo, pero como quien pasa por el fuego”. Al siervo que guardó la mina recibida en un pañuelo podemos asemejarlo a aquel cristiano que no es gobernado por el amor a Dios y la fe, sino por el temor inmovilizante, que lo lleva a juzgar a su Señor como injusto. Tuvo miedo de su Señor, no se fió de él. No fiarse es desconfiar, no tuvo fe en su Señor.  La Palabra de Dios nos dice que podemos decidir apagar el Espíritu en nosotros al no dejarnos influenciar por su guía y dirección. Es decir, que a pesar de que Dios viva en nosotros podemos hacer ineficaz su presencia en nuestras vidas. Por eso es que el apóstol Pablo nos amonesta a no apagar el Espíritu (1 Tesalonicenses 5:19), sino a producir sus frutos en abundancia en ellas.

La parábola alude al castigo que les espera a aquellos que no acepten y reciban la autoridad amorosa del Rey. A aquellos que, voluntaria y libremente, no acepten y no reciban la salvación  les espera ser destruidos.

¿Has aceptado en fe a Jesucristo como tu Salvador, Señor, Maestro y Rey? ¿Has reconocido que tus obras son como trapos de inmundicia y que solo por gracia en la sangre preciosa de Jesucristo puedes ser salvo? Reconoces que solo por medio del Espíritu Santo en ti, que Dios te ha dado gratuitamente, puedes producir las obras que le son agradables? Si es así, ¿cuál es el trabajo fecundo que Dios te ha dado? ¿Cuál es tu ministerio, tu contribución única a la realidad del reino de Dios ahora, mientras aguardamos el regreso de nuestro Señor? ¿Qué es lo que deseas que Él te encuentre haciendo cuando regrese?  

No pongas en un pañuelo la mina, apagando el fuego del Espíritu que Dios te ha dado, y está dispuesto a que Dios bendiga con su amor a otros por medio de ti. Si es así tu Señor y Rey te dirá a su venida estas maravillosas palabras: “Bien, buen siervo y fiel; sobre poco has sido fiel, sobre mucho te pondré; entra en el gozo de tu señor”.

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