La gracia: ¿demasiado buena como para ser verdad?
Publicado originalmente en inglés en el GCI Weekly Update el 17 de Febrero de 2016 en From the President
Como dice el viejo adagio, si parece demasiado bueno como para ser verdad, probablemente lo sea. Pero cuando el tema es la gracia de Dios el dicho no se aplica. Sin embargo, algunas personas insisten que la gracia es verdaderamente demasiado buena como para ser verdad y buscan equilibrarla con la ley para evitar lo que ellos ven como licencia para pecar. Sus esfuerzos errados son una forma de legalismo que roba a las personas el poder transformador de la gracia, que fluye del amor de Dios derramado en nuestros corazones a través del Espíritu Santo (Romanos 5:5).
La Buena noticia de la gracia de Dios en Cristo
Jesús, que es la gracia de Dios, vino declarando el evangelio: el mensaje de la gracia de Dios hacia los pecadores que incluye a todos. Pero a los líderes religiosos de su tiempo no les gustaba ese mensaje porque parecía colocar al mismo nivel a todas las personas, incluyendo a aquellos que consideraban que eran menos justos que ellos. Para ellos, el mensaje de Jesús de la gracia (las buenas noticias), era decisivamente malas noticias. En una ocasión Jesús les dio esta respuesta a su protesta:
“No son los sanos los que necesitan médico sino los enfermos. Pero id y aprended lo que significa: ‘Lo que pido de vosotros es misericordia y no sacrificios’. Porque no he venido a llamar a justos sino a pecadores”. (Mateo 9:12-13).
The Great Physician at Work by F Hofmann c.1890 (Wikipedia,, communes, dominio público)
Aunque nosotros abrazamos el evangelio, el mensaje de la gracia de Dios en Cristo, era repugnante para los tipos religiosos auto justos del tiempo de Jesús. Ese mismo mensaje todavía irrita a aquellos que creen que deben esforzarse más y conducirse mejor para ganar el favor de Dios. “¿Cómo,” se preguntan, “podremos motivar a las personas a trabajar duro, vivir correctamente y buscar la dirección de un líder espiritual, si les decimos que están ya bajo la gracia?”. No pueden imaginarse ninguna otra forma de motivar a las personas que enfatizando una relación legal, contractual, con Dios.
Por favor, comprender que es bueno trabajar duro en el servicio de Dios. Jesús ciertamente lo hizo, su obra es el logro definitivo. Pero recuerda que Jesús, que es perfecto, vino a darnos a conocer al Padre. Y en esa revelación hay pura buena noticia que nos dice que la economía de Dios es mejor que la nuestra, que él es fuente inextinguible de la gracia, el amor, la bondad y el perdón. No pagamos impuestos (hacemos cosas para ganar la gracia de Dios) para que el gobierno de Dios actúe; él está en el negocio de ayudar gratuitamente a sacar a la humanidad del agujero en el que ha caído.
Quizás recuerdes la historia sobre el viajero que cayó en un agujero y estaba esforzándose por salir. Vinieron varias personas y contemplaron su lucha. La persona sensible le dijo: “Me conduelo de que esté ahí”. La persona reflexiva dijo: “Es lógico que alguien cayera en el agujero”. El diseñador de interiores dijo: “Te puedo dar algunas ideas sobre como decorar tu agujero”. La persona juzgadora dijo: “Solo las malas personas caen en los agujeros”. La persona curiosa dijo: “¿Dime cómo caíste en el agujero?”. El legalista dijo: “Creo que te mereces el agujero”. El inspector de impuestos le dijo: “¿Estás pagando los impuestos de ese agujero?”. La persona que siempre se está lamentando de su situación le dijo: “Deberías de haber visto mi agujero”. El budista Zen dijo: “Solo relájate y no pienses en el agujero”. El optimista dijo: “¡Alégrate! La situación podría ser peor”. El pesimista dijo: “¡Prepárate! Las cosas se pondrán peor”. Jesús, viendo al hombre (la humanidad) en el agujero, se lanzó al mismo y sacó al hombre. Ahora, ¡eso es gracia!
A algunas personas no les gusta la lógica de la gracia de Dios. Creyendo que su trabajo duro les ayudó a salir del agujero, consideran injusto que otros salgan sin trabajar igual de duro. Pero la naturaleza de la gracia de Dios es igual de generosa con cada uno. Aunque algunos puede que necesiten el perdón de deudas más grandes que otros, el mismo acuerdo se extiende a todos sin importar sus circunstancias. Dios no solo habla de amor y compasión; lo demostró enviando a Jesús al agujero con nosotros para sacarnos a todos.
Aquellos que abrazan el legalismo tienden a leer mal la gracia de Dios como promoviendo un estilo de vida libertino, espontáneo y desestructurado (el antinomianismo del que escribí la semana pasada), pero ese no es el caso, como Pablo señaló en su carta a Tito:
“En verdad, Dios ha manifestado a toda la humanidad su gracia, la cual trae salvación y nos enseña a rechazar la impiedad y las pasiones mundanas. Así podremos vivir en este mundo con justicia, piedad y dominio propio” (Tito 2:11-12).
Permitirme ser claro en esto: Al salvar a las personas, Dios no las deja en el agujero. No las abandona a una vida de inmadurez, pecado y vergüenza. La gracia de Dios no nos dice que habiéndonos perdonado por haber caído, está bien para nosotros permanecer en el agujero. Jesús nos salva para que, por el Espíritu, nos levantemos del agujero a la nueva vida de participación en la justicia, la paz y la alegría de Jesús (Romanos 14:17).
La parábola de los obreros en la viña
Jesús enseñó sobre la gracia incondicional de Dios en la parábola de los trabajadores en la viña (Mateo 20:1-16). Sin importar durante cuanto tiempo trabajaron, a todos los trabajadores se les dio un salario diario completo. Naturalmente (humanamente) aquellos que trabajaron más estaban disgustados, creyendo que aquellos que habían trabajado menos horas recibieron más de lo que se merecían. Supongo que aquellos que trabajaron menos también creerían que no se merecían lo que recibieron. (Me identifico con este punto de vista). De hecho, la gracia, por su misma naturaleza, parece que no es justa, pero como el juicio de Dios (representado en la parábola por el propietario) está a nuestro favor, yo simplemente ¡alabo a Dios por su gracia! No me engaño a mí mismo creyendo que si trabajara duro todo el día en la viña, de alguna forma ganaría la gracia de Dios. La gracia solo se puede recibir con gratitud y humildad como el regalo gratuito que es.
Me encanta como Jesús contrasta los grupos de trabajadores en la parábola. Quizás algunos de nosotros nos identificaremos con aquellos que, habiendo trabajado duro y más tiempo, piensan que merecen más de lo que recibieron. Pero la mayoría de nosotros, nos identificaremos con aquellos a los que se les dio mucho más de lo que ganaron. Es solo con una perspectiva de gratitud que somos capaces de apreciar la gracia de Dios, entendiendo cuán desesperadamente la necesitamos. La parábola de Jesús nos enseña que Dios da la salvación a aquellos que no se la han Ganado, porque, de hecho, no puede ganarse. También señala que los religiosos legalistas se quejan de que la gracia es injusta, ¡demasiado buena como para ser verdad! ¿Cómo puede Dios, razonan, premiar a aquellos que no han trabajado tan duro como aquellos que sí lo han hecho?
¿Motivados por la vergüenza o por la gratitud?
La enseñanza de Jesús derriba la vergüenza, que es la primera herramienta que los legalistas usan para presionar a las personas a que se conformen a l a voluntad de Dios, o más a menudo, ¡su voluntad!. La vergüenza es la motivación opuesta de aquella que fluye de la gracia, que es la gratitud por el amor y la gracia de Dios. Mientras la vergüenza se centra en uno mismo y nuestro pecado, la gratitud, que es la esencia de la alabanza, se centra en Dios y su bondad. Hablando por experiencia, ser motivado por la vergüenza, y el temor que va con ella, es un pobre sustituto de ser motivado por la gratitud por la gracia y el amor de Dios.
A diferencia de la falsa obediencia motivada por la vergüenza, la gratitud lleva a una obediencia que es fundamentalmente relacional, de corazón a corazón, lo que Pablo refiere como “la obediencia a la fe” (Romanos 16:26). Esa es la única clase de obediencia que Pablo aprueba, porque es la única que glorifica a Dios verdaderamente. La obediencia conforme al evangelio es una respuesta agradecida a la gracia de Dios. Fue la gratitud lo que motivó a Pablo en su ministerio, y lo que nos motiva a nosotros a participar ahora en lo que Jesús está haciendo en el Espíritu, por medio de la iglesia. Por la gracia de Dios, esa suerte de ministerio lleva a la transformación de la vida.
En Cristo somos, y siempre seremos, los hijos amados de nuestro Padre en el cielo. Todo lo que pide es que nosotros, por el Espíritu, crezcamos en su gracia y al hacerlo le lleguemos a conocer mejor (2 Pedro 3:18). Ese crecimiento en gracia y conocimiento continuará ahora y a lo largo de eternidad en un cielo y en una tierra nuevos ¡para la gloria de Dios!
Gozoso en la verdad de la gracia de Dios.
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