¿Misioneros en Marte?
Las implicaciones religiosas
de la búsqueda de vida en el universo
Marte fue noticia y sigue siendo noticia. Las artefactos Spirit y Opportunity enviaron imágenes sorprendentes de la superficie marciana. El Mars Express orbitando el planeta confirmó la existencia de agua en forma de hielo, que ahora artefactos que se mueven sobre la superficie marciana están confirmando. Se apuesta por un programa espacial que lleve al ser humano a la superficie de Marte.
Y en medio de todo esto está la pregunta de las edades, «¿estamos solos en el universo?». Aunque la exploración de Marte puede que no nos dé ninguna evidencia, esa pregunta alimenta nuestro pensamiento en el aspecto científico y por supuesto en el religioso.
¿Tendrían los cristianos que hacer una venta por cierre si se encuentra inteligencia extraterrestre (IE) en cualquier parte del universo? ¿O la pasión de Cristo ha sido ya en diferentes mundos?
¿Una búsqueda cristiana de inteligencia extraterrestre?
Puede que a algunos les sorprenda saber que la Búsqueda de Inteligencia Extraterrestre (BIE), en parte, se deba a una motivación cristiana. Kepler (1571-1630), basándose en la observación de Galileo, argumentó que si Júpiter tenía lunas también tenía que estar habitado. Razonó que si Dios había hecho la Luna para nuestro beneficio, las lunas de Júpiter eran para el beneficio de sus habitantes. Así que ¡debía haber habitantes! Un argumento similar usó el astrónomo Richard Bently (1662-1742) en Inglaterra y Christian Huygens (1629-1695) en Holanda. El descubrimiento de un número inmenso de otras estrellas en el universo, además de nuestro sol, les llevó a razonar que si había estrellas que no eran visibles desde la Tierra, entonces debieron de ser creadas para el beneficio de aquellos que las pudiesen ver. Debía haber otros seres en el universo.
El historiador científico, Colin Russell, ha sugerido que, en todas las especulaciones sobre otros mundos, en el siglo XVII era común la insistencia en la capacidad de Dios para crear en cualquier parte que deseara, y que el universo existía no solo para el beneficio de los seres humanos, sino para mostrar su gloria a todos1. E. A. Milne, el distinguido cosmólogo de Oxford y cristiano, fue aún más lejos: «Es irreverente sugerir que un Dios infinito podría encontrar con dificultad oportunidades de gozar y ejercer su divinidad, si su actividad de centraba solo en un planeta2.
Hace mucho que los cristianos han entendido que la creación de Dios contiene otra vida además de la humana. Desde los gusanos a los insectos la creatividad de Dios se expresa en la gran diversidad de la vida no humana. Las reliquias de vida primitiva en Marte no causarían ninguna dificultad para los cristianos, serían simplemente más de la alfombra de la creación.
¿Vida inteligente, pero no como la conocemos?
Por supuesto, si encontramos que el universo está lleno de bacterias eso no sería muy interesante. La pregunta clave para muchos es si hay otra vida inteligente consciente de sí misma en el universo. El jurado científico está todavía en esta cuestión. Por un lado, sabemos que el universo es un lugar muy grande conteniendo más de 100 billones de estrellas en cada una de las 100 billones de galaxias. Por otro lado, los biólogos señalan claramente que la evolución de la vida consciente de sí misma depende de una forma muy delicada, en muchos aspectos, de las leyes físicas y de las circunstancias de la tierra.
Encontrar evidencia de vida primitiva en la superficie de Marte, y si pudiese demostrarse que no era contaminación de la Tierra, podría decirnos que la vida misma puede estar surgiendo en muchos lugares en el universo, pero eso no significa ¡necesariamente que todas las amebas se convertirían en contables inevitablemente! De hecho, la superficie yerma de Marte es un recordatorio de que los materiales para la vida puede que estén allí en abundancia pero que las circunstancias no se han dado para que la vida inteligente se desarrolle.
Mientras que el programa BIE continua buscando señales de otras civilizaciones, el silencio continuado de los cielos no da ánimos. El físico Fermi sugirió a mitad del siglo pasado que si el universo estaba dando a luz a muchas civilizaciones, entonces, «si existieran estarían aquí». Aunque algunos argumentarían que los OVNIS y las abducciones extraterrestres son buena evidencia, la inmensa mayoría de la comunidad científica no está convencida. Todavía no hemos visto u oído a «ET llamando a casa».
Pero suponiendo que encontrásemos a pequeños hombres y mujeres verdes, ¿qué significaría eso para la fe cristiana?
¿Un relojero de relojes extraterrestres?
Paul Davies, como cosmólogo, ha escrito extensamente en los años recientes sobre la conexión entre Dios y su obra. Él está especialmente sorprendido por los equilibrios que hacen posible la vida. Las sorprendentes leyes y circunstancias del universo que permiten el desarrollo de vida basada en el carbono. Esas junto con la inteligencia del universo lo llevan a hacia un diseñador cósmico. Cree que hay, aún sin descubrir, principios de complejidad, de organización y del fluir de la información consistentes con las leyes de la física, pero no circunscritos a ella, que llevan a la vida inteligente3. Si resulta que es así, Davies siente que el ateísmo sería menos sostenible y más probable algo como el diseño.
William Paley se hizo famoso en el siglo XIX por comparar este diseño en el mundo biológico con encontrar un reloj mientras caminas a lo largo de un prado. La complejidad del diseño sugiere un diseñador. ¿Daría alguna prueba de la existencia de Dios un reloj así en la superficie de Marte? Tal argumento puede morder al ateísmo, pero no demuestra al Dios cristiano. Aun si identificas el «diseño» tendrías poca idea sobre como es el diseñador.
¿Problemas para la religión?
Si no puedes demostrar a Dios, ¿pueden entonces los extraterrestres ser un medio para mostrar que no existe? Jill Cornell Tarter es una de las investigadoras BIE más importantes en el mundo. Ella argumenta que si se detecta inteligencia extraterrestre «los que la tengan nunca habrá tenido o habrán superado a la religión organizada»4. Piensa que la religión causa guerras y la desestabilización de las sociedades, y que por lo tanto una civilización estable y tecnológica significaría una religión universal y no Dios en forma alguna.
Pos supuesto, esto dista mucho de encontrar evidencia de vida en la superficie de Marte. Aunque es muy simplista en su comprensión de la religión, la tecnología y la sociedad, sin embargo es interesante ver a investigadores BIE poniendo su trabajo a dialogar con las grandes preguntas. Cornell Tarter no reconoce la contribución positiva de la religión a la sociedad, ni tampoco en el crecimiento de la misma ciencia. La situación es demasiado compleja para predecir que cualquier IE tendría un Dios o ninguna religión. Su argumento es débil, pero ella no es la única usando la vida extraterrestre para atacar a Dios.
¿Es Dios un extraterrestre?
Famoso por su 2001: Una odisea en el espacio, Stanley Kubrick una vez sugirió que «todos los atributos asignados a Dios en nuestra historia podrían ser muy bien las características de entidades biológicas que, hace billones de años, estaban en un estado de desarrollo similar al del ser humano, y se desarrollaron en algo tan diferente del hombre como este lo es del primer protozoo del que proviene»5. ¿Es Dios un extraterrestre superinteligente?
De nuevo, eso no es nuevo. J. F. Blumrich, un antiguo ingeniero de la NASA, en su libro «Las naves de Ezequiel», publicado en 1974, sugiere que la visión de Dios de Ezequiel fue de hecho un encuentro con un platillo volante.
Erich Von Daniken y otros fueron más lejos diciendo que muchas de las narraciones de Jesús eran simplemente contar la historia de un extraterrestre supertecnológico. Así, los ángeles «en túnicas brillantes» son en realidad extraterrestres en trajes espaciales, y que la ascensión fue solo un «¡súbeme Scotty!». Tales sugerencias son muy entretenidas pero no pueden negar la historicidad de la vida y enseñanzas de Jesús, y la importancia de su muerte y resurrección.
Hay incluso científicos respetables que han sugerido ideas similares. El cosmólogo Edward Harrison se sorprendió por el equilibrio del universo. Sugirió que podía haber solo tres explicaciones: Primera, Dios diseñó el universo, pero enfadado argumenta que esa respuesta impide más cuestiones. Segunda, el equilibrio de este universo, como un universo en muchos universos, la encuentra insatisfactoria. Su tercera opción y preferida es que este universo fue creado por vida inteligente superior que existe en otro universo físico.
¿Cómo llega a esta conclusión? Primero, parte de la sugerencia de que los agujeros negros podría ser el lugar de nacimiento de nuevos universos. Segundo, argumenta que debido a la rápida evolución de la inteligencia no hay razón para no pensar que llegará un día cuando seamos capaces de diseñar y crear nuestros propios universos. Así, la precisión de este universo se explica como un proyecto de ingeniería de seres superiores. Han creado este universo a partir de un agujero negro. Él la llama una «teoría de la creación natural» y afirma que eso explica porqué podemos entender el universo. Es creado por mentes similares a las nuestras que lo diseñaron para ser así.
Uno se pregunta si esto no es una broma, aunque apareció en una revista científica. Harrison critica el creer en Dios porque detiene cualquier otra búsqueda racional, pero luego cae en la misma trampa. ¿Qué podemos saber sobre estos seres «superiores» en otro universo? Si concluye que este universo es diseñado, ¿no es más simple ver al «ser superior» como Dios? En contraste con los extraterrestres desconocidos en otro universo, los cristianos afirman que este Dios, lejos de estar en otro universo, se ha revelado a sí mismo en este universo y tiene una relación personal con aquellos que le abren sus vidas.
La evidencia de la existencia de Dios es más fuerte que la de seres superiores en otro universo.
¿Gran Hermano en Marte?
Aunque Paul Davies está abierto a Dios, piensa que el descubrimiento de inteligencia extraterrestre minaría de alguna forma lo que él ve como una afirmación cristiana, que los hombres y las mujeres tienen una relación especial y exclusiva con el Creador. Si no estamos solos no somos especiales. Pero esta no es una posición cristiana tradicional. Russell señala que la popularidad de la especulación sobre otros mundos en el siglo XVII fue una indicación importante de la superioridad de los valores bíblicos sobre los de Aristóteles.
Ya que en el universo aristotélico la posición y el estatus estaban muy asociados. La Tierra estaba en el centro de todas las cosas, separada del resto del universo por la órbita de la Luna. Éramos especiales porque estábamos en el centro. En contraste, la Biblia no asocia estatus y lugar. La dignidad y el valor de los seres humanos viene del don de la relación con Dios. Esto está claramente afirmado en las narraciones de Génesis. Los seres humanos hechos a la imagen de Dios, dándoles responsabilidad sobre el mundo y teniendo la capacidad de comunicarse íntimamente con Dios todo incluido en ese don. Esa relación puede ser especial sin ser exclusiva. Yo tengo una relación especial con mi hija, pero no se devalúa porque ella tenga un hermano con quien tengo también una relación especial.
La inteligencia extraterrestre no es un problema para la creencia cristiana de que hombres y mujeres son especiales a los ojos de Dios.
¿Dios en piel verde?
¿Cómo afectaría la existencia de IE a la afirmación central cristiana de que Dios se convirtió en un ser humano, en Jesús, para comunicarse con nosotros y para salvarnos de nuestros pecados? Esto ha preocupado a algunos teólogos. Arthur Peacocke, quien ha hecho mucho para mantener a la ciencia y a la religión juntas, teme que: «La mera posibilidad de vida extraterrestre reduzca a insignificantes las afirmaciones superlativas hechas por la iglesia cristiana sobre la importancia de Jesús»6.
He aquí lo que los teólogos llaman la particularidad: La fe cristiana está basada en una revelación particular, en un tiempo particular para un pueblo en particular, que es al mismo tiempo universal para todos. Los cristianos han pensado sobre esto en términos de otras culturas y creencias, y unos pocos han tratado de extender esto a IE. La especulación ha seguido dos caminos separados.
Algunos han dicho que la revelación de Dios en Jesús es para todo el universo. Milne observó: «La intervención de Dios más notable en el proceso actual histórico, de acuerdo a la perspectiva cristiana, fue la encarnación. ¿Fue este un evento único, o se ha llevado a cabo en cada uno de los incontables planetas? Los cristianos se sienten horrorizados ante tal conclusión. No podemos imaginar al Hijo de Dios sufriendo en cada uno de las miriadas de planetas. Estamos en aguas profundas en un mar de grandes misterios»7.
Milne al final resuelve este gran misterio y vence la particularidad sugiriendo el envío de la buena noticia ¡por radio!
Otros tienen una perspectiva diferente. La de Milne fue muy criticada por el teólogo E. L. Mascall en 1956. Él argumentó que «si la salvación era el propósito de Dios entonces aseguraría que sus criaturas lo supiesen. Mascall enfatiza que la salvación se logra por medio de la encarnación»8. Que Jesús se convirtiera en un ser humano significa que es dudoso que su obra salvadora sea para diferentes tipos de seres.
Al decidir entre estos dos puntos de vista necesitamos proceder con cuidado. La fe cristiana muestra a Dios en carne humana por dos propósitos, uno es para mostrarnos como es Dios, y el otro es para salvarnos de nuestros pecados que nos separan de él. Al considerar la encarnación en otro mundo tenemos que hacernos la pregunta que se hizo C. S. Lewis: Que si los extraterrestres existen, y si son inteligentes, ¿habrán pecado como los seres humanos?
Milne está acertado en que nos encontramos en un ¡mar de grandes misterios! Sin embargo, el físico y teólogo Sir John Polkinghorne, cuando se le preguntó si Dios se encarnaría en mundos diferentes, contestó que el Dios que él vio en Jesús «hará lo que sea necesario»9. Me parece a mí que no es una mala respuesta.
¿Por qué buscar en Marte?
Si lo que sucede en Marte no está claro, y si los teólogos necesitan pensar más algunas de sus preguntas, podemos preguntarnos, ¿por qué hay tanta fascinación? La búsqueda de vida en la superficie de Marte es parte de una búsqueda humana más extensa que está también expresada en la fascinación por los Archivos X sobre las visitas de extraterrestres y en la mayoría de la industria de ciencia ficción. Podemos señalar cinco temas comunes a esta fascinación.
1. Perdidos en el espacio
Un sentimiento que solo puede describirse como soledad cósmica. El astrónomo David Hughes escribe: «La confirmación de la existencia de vida
extraterrestre se señala como el descubrimiento científico posible más grande de todo tiempo. Hoy, sin embargo, estamos todavía experimentando los dolores de la soledad cósmica. Ningún ser extraterrestre nos ha dejado una tarjeta de visita o nos ha gritado en la distancia, ¡cuánto más venir a visitarnos!»10.
Si no hay evidencia de vida en Marte, y descubrimos que parece que estamos solos en el universo, ¿qué significa eso para cómo vemos la importancia de los seres humanos?
2. ¿Por qué estamos aquí?
Stephen Hawking puede estar tratando de imaginar como emerge el universo de una fluctuación cuántica, pero eso todavía no resuelve la pregunta «¿por qué?». Al mismo tiempo descubrimientos recientes confirman que el universo continuará expandiéndose para siempre llegando a morir por calor. Sin embargo, los equilibrios de este universo parecen indicar que el desarrollo de la vida inteligente basada en el carbono son una parte importante de la estructura del universo11. ¿Nos ayudaría el descubrimiento de otra vida a pensar sobre el «propósito cósmico»?
Paul Davies lo resume: «Para aquellos que confían en un propósito más profundo bajo la existencia física, la presencia de formas de vida extraterrestre, sería un revulsivo espectacular implicando que vivimos en un universo que en algún sentido está mejorando en lugar de empeorar»12.
3. ¿Quiénes somos?
El autor de ciencia ficción Ray Bradbury comentó sobre la posible evidencia de vida en Marte: «Este último fragmento de datos…se merece solo nuestra diseminación si le permitimos llevarnos a esta gran metáfora: La humanidad deslizándose a lo largo de la retina ciega del cosmos, esperando ser vista, esperando ser dicho, esperando ser digna de contarse»13.
La búsqueda de IE también muestra un interés en nuestra «identidad cósmica», esto es, queremos saber sobre nosotros. Los seres humanos hacen eso fundamentalmente en relación. La ciencia ficción ha usado este mecanismo en muchas ocasiones. Star Trek reflejó la cultura americana del 1960, explorando temas tales como el racismo por medio de encuentros con extraterrestres. Queremos saber de ellos porque queremos saber de nosotros.
4. ¿La Guerra de los Mundos?
Parece que todos tengamos un sentido de «temor cósmico». La novela de H. G. Wells de 1898, La Guerra de los Mundos, era una historia con un propósito específico. Fue escrita en respuesta ante el estupor que sintió por la erradicación colonial de los naturales de Tasmania. Su propósito era mostrar a qué era semejante ser una víctima de una guerra de exterminio.
Sin embargo, en 1938, la versión radiofónica de Orson Wells tuvo un efecto bastante diferente en el pueblo americano. Produjo un gran temor y pánico en muchos americanos que estaban atrapados en una paranoia de preguerra. Las obras de ciencia ficción juegan con tales temores y paranoias, como las películas Alien y los platillos volantes de Independece Day. Aun el descubrimiento de pequeños «microbios» marcianos nos recordarían nuestra propia vulnerabilidad en este frágil planeta Tierra.
5. Debe haber un mundo mejor en otra parte
Queremos «salvación cósmica». Algunos creen que los extraterrestres nos ayudarían con nuevas técnicas médicas, a resolver los problemas medioambientales, y a descubrir verdades más profundas sobre el universo.
Ya en 1949, Sir Fred Hoyle señaló esta motivación para creer en inteligencia extraterrestre: «La expectativa de que vamos a ser salvados de nosotros mismos por alguna intervención milagrosa interestelar»14. La esperanza para muchos es que algo fuera de nosotros vendrá y nos salvará de la realidad de la vida que conocemos. Miramos con esperanza más allá de nuestro conocimiento actual.
La búsqueda de siempre
Esta fascinación con las preguntas de la soledad cósmica, el propósito, la identidad, el temor y la salvación no está confinada a la BIE. Son las antiguas preguntas de la religión y la filosofía. Paul Davies correctamente ve que el interés en la inteligencia extraterrestre «surge en parte… de la necesidad de encontrar un contexto más amplio para nuestras vidas del que esta existencia terrena da. En una era cuando la religión convencional está en declive, la creencia en extraterrestres superavanzados en alguna parte del universo puede dar algún consuelo e inspiración a las personas cuyas vidas pueden ser aburridas y futiles»15.
La búsqueda de vida en Marte es parte de la curiosidad natural humana que los cristianos ven como un don de Dios. Esta búsqueda científica es, en las palabras de Kepler: «Tener los pensamientos de Dios después de él» y debe ser bienvenida.
Los cristianos no tienen nada que temer de esta búsqueda, aunque como hemos visto hay algunas preguntas desafiantes. De hecho, los cristianos y los científicos pueden encontrar intereses comunes para explorar las grandes cuestiones del universo. Es interesante que aún en la cultura postmoderna queramos invertir tanto en buscar la respuesta a la pregunta de la vida en Marte. Pero aún esa respuesta no nos dará la solución a la soledad ni a nuestra necesidad de salvación. El astronauta del Apolo, James Irwin, dijo: «Es más importante que Dios caminara en la Tierra que el hombre lo hiciese en la Luna». Aunque me gustaría andar en la superficie de Marte, mi propia vida tiene propósito y perspectiva por medio de Dios que anduvo sobre esta tierra en Jesús. En ese sentido ¡somos un planeta visitado!
David Wilkinson pertenece a Apologetas Cristianos y es Director Asociado del Centro de Comunicación Cristiana de Saint Johns en la Universidad de Durham. Es autor de ¿Solos en el universo? Los archivos X, Aliens y Dios (Growborough, Monarch, 1997).
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